jueves, 10 de marzo de 2011

Viejos y nuevos "avisos clasificados"

A lo largo de estas casi tres décadas de democracia, en Salta se han producido enormes cambios sociales; naturalmente, no todos ellos se sitúan en una senda de progreso y mejoramiento. En realidad, pese a que no siempre figuran en la agenda pública, entiendo de interés reflexionar acerca de los cambios urbanísticos y demográficos, de las transformaciones ocurridas en nuestra cultura, en nuestro lenguaje coloquial, en nuestra forma de relacionarnos.

De entre las muchas formas de constatar estos cambios, elegiré hoy aquella que se basa en la lectura de los avisos clasificados. Comparar los que se publican en la prensa de estos años con los que aparecían en los años 50, 60 o 70, es un ejercicio sorprendente.

Salta, me refiero a la ciudad capital, se ha convertido en una sociedad de servicios, con una enorme y variada oferta que viene a reemplazar a lo que antes se hacía en casa o en los zaguanes, cuando no a satisfacer necesidades antaño inimaginables. Sorprende, por ejemplo, la gran cantidad de payasos, titiriteros, animadores y juegos inflables que se ofrecen para dar vida, por una módica suma, a las fiestas infantiles desplazando a tías y padrinos que solían disfrazarse para alegrar a las sobrinas y ahijados y a sus amigos.

O los sofisticados servicios relacionados con los casamientos, en donde compiten estilistas y maquilladores, asesores amorosos (que reemplazan a antiguas celestinas, a los cursillos, y a las clásicas charlas preliminares a cargo de la madre de la novia), guionistas que se encargan de armar historias de vida de los novios, vendedores de cotillón y alquiladores de vestuario de gala, músicos y pasadores de música, fotógrafos y oradores de boda (que desean la buenaventura). La gastronomía, ha experimentado también una verdadera revolución de la mano de sofisticados chefs que ofrecen sus servicios en restaurantes o en casas particulares, para alivio de las amas de casa.

Hay sin embargo un ámbito donde, más allá de un aumento en la cantidad de ofertas, todo sigue como era entonces. Me refiero al difícil arte de deshacer entuertos, enamorar y desamorar a distancia, sanar y enfermar, encontrar lo extraviado, ganar dinero sin trabajar, eludir a los acreedores y desentrañar el futuro. Aquí, como era antes y será siempre, una corte de chamanes, sanadores, brujos, adivinos, seudo-metafísicos, parasicólogos, detectives privados, quirománticos, lectores de borra del café, husmeadores de olores privados, tarotistas, sobornadores de fámulas infieles, carteros del amor, se pone diariamente al servicio de los salteños en apuros.

En esta tensión entre cambio y permanencia, hay una noticia que me ha reconfortado: la reaparición del pan cacho malteado, un invento del inquieto panadero de la calle Sarmiento que en los años 50 se alzó con el mercado reemplazando el reparto a caballo (en manos de panaderías "La Princesa") por el reparto en bicicleta.

martes, 8 de marzo de 2011

Manías del Gran Regalador

Nuestras costumbres en materia de campañas electorales son deplorables. Es deplorable la conducta del gobernante que abusa de su poder y de los recursos públicos para ensalzarse y elogiar su gestión. Es deplorable el comportamiento de buena parte de la oposición que deja hacer con la secreta esperanza de hacer lo mismo si logra acceder al ansiado y distante poder. Y es deplorable nuestra conducta cívica igualmente tolerante con estos abusos.

El gobernante se revela como un autócrata que desprecia los valores de la república cuando reparte terrenos del Estado, o bolsones o pensiones o útiles escolares o medicamentos o zapatillas o chapas pagados con dineros de todos.

En este sentido, nuestro actual Gobernador no tiene nada que envidiar a su ex amigo, colega y antecesor en el trono de Las Costas. Ha hecho lo mismo, aunque lo ha hecho siendo más joven y refinado que aquel.

Pero hay indicios de que el señor Urtubey se ha propuesto batir todos los records autocráticos alcanzados por quién le precediera tras un amigable acuerdo.

No sólo avanzó en el control de la Auditoria de la Provincia y del Ministerio Público y se propone avanzar sobre el Poder Judicial como no se hubiera atrevido ninguno de los anteriores Gobernadores constitucionales.

Es más, en esta carrera poco edificante, el señor Urtubey recalienta la campaña electoral y se exhibe distribuyendo todo lo distribuible y más, en su intento de "rescatar" a los pobres del canto de sirena de quién sortea heladeras y regala gorros identitarios, y de "salvar" también a los trabajadores de la redescubierta burocracia sindical que arropa al señor Wayar.

Pero donde ya nuestro Gobernador ha ingresado en el libro de todos los récords es en materia de exhibicionismo demagógico. Realizar un acto público para entregar certificados de personería jurídica a los centros vecinales, a las fundaciones, a las asociaciones civiles, a las cooperativas y demás organizaciones no gubernamentales, es de una audacia extrema.

Por supuesto, en el acto de entrega el señor Gobernador ensalzó las virtudes del asociacionismo y puso su mejor perfil para mostrarse joven y amable. Sin embargo al utilizar esto en su campaña ignoró que el reconocimiento de personerías jurídicas no es sino el cumplimiento de un trámite administrativo que se vincula con el derecho constitucional a asociarse. Asunto de Jefes de Sección, nunca de Gobernadores.

Es sabido que el Gobernador disfruta entregando certificados de propiedad a los carenciados dóciles (a los otros, "ni justicia") como si se tratara de bienes de su patrimonio. Y poco falta para que en este frenesí de generosidad falsa y calculada, aparezca en buen día en la Dirección General de Inmuebles para entregar cédulas parcelarias, o en la de Rentas entregando certificados de regularidad fiscal. Lamentable.

lunes, 7 de marzo de 2011

Rios bravos, mujeres bravas

Los salteños tenemos relaciones desordenadas con el agua. Cuando la ciudad fue fundada por Hernando de Lerma (recuerdo al fundador, porque los más jóvenes pueden creer, impactados por aquello de la Intendencia Isa, que nuestra ciudad capital es un invento del señor Intendente), nuestro antepasados vivían en un ámbito encharcado e insalubre. Más tarde construimos algunas obras hídricas (diques, cloacas, drenajes, tagaretes y cunetas), no todas las necesarias, sin ser capaces de mantenerla y aprovecharlas.

Desde el punto de vista doméstico, los entendidos dicen que consumimos el doble de agua que nuestros vecinos, lo que muestra una propensión al derroche (o, porque no, una exacerbación de la higiene). Tenemos hermosos ríos de montaña a los que contaminamos sin piedad. Nuestro servicio de agua corriente, donde lo hay, deja mucho que desear.

En épocas de escasez, quienes se sirven de las aguas de los ríos desatan verdaderas guerras que se traducen en asaltos y destrucciones nocturnas de las tomas. Una guerra que, por el momento, ganan los más poderosos y desaprensivos (gente que a su voracidad por las tierras baratas suma su voracidad por el agua gratis para regar enormes jardines venecianos, canchas de golf, piletas climatizadas con gas subsidiado, en tiempos de sequía).

Los entes encargados de ordenar y controlar el aprovechamiento de nuestros recursos hídricos carecen de los medios suficientes y, a veces, hasta de la voluntad política de cumplir sus cometidos. Razón por la cual los pícaros de siempre avanzan sobre las riberas y ensanchan sus propiedades ufanándose de ser dueños del río lindante.

Pero no solo los poderosos abusan, ahora y antes, de las aguas. También lo hacen los domingueros que usando de su derecho a acampar y bañarse en los ríos, los inundan de basura, de botellas, de pañales y de otros desechos contaminantes.

Las autoridades municipales no tienen tiempo de ocuparse de los ríos y entonces toleran los abusos y omiten hasta algo tan elemental como poner contenedores de basura en las zonas ocupadas por los bañistas o acampadores.

La gente normal, los ciudadanos responsables que viven en estas áreas sufren las agresiones a los ríos. Algunos hemos comenzado a organizarnos para hacer respetar la ley, para frenar los abusos y la especulación, para lograr que las autoridades ejerzan sus competencias. Si el camino que marca el Código de Aguas es la creación de consorcios de usuarios para gobernar el recurso, pues habrá que constituirlos.

Mientras, siento que es posible enamorarse de los ríos que braman, arrullan, dan vida y regeneran el ambiente. Los ríos de montañas que estoy aprendiendo a conocer y que admiro, se parecen a las bellas damas de mi juventud: seducen, acompañan, se entregan, aman y son amadas. Pero cuidado: los ríos, como aquellas damas, cuando reaccionan bravíos hacen tronar el escarmiento.