jueves, 6 de mayo de 2010

Huelgas en las aerolíneas

La antipatía que un señor mexicano, designado como jefe de operaciones, despierta en pilotos y mecánicos de Aerolíneas Argentinas, perjudicó la semana pasada a miles de pasajeros. Ante la lamentable pasividad de las autoridades y la loable mansedumbre del público, los sindicatos oficiales resolvieron, sin previo aviso, alterar la normalidad de los vuelos de cabotaje.

Para encontrar este tipo de huelgas sorpresivas en el mundo desarrollado y civilizado, hay que remontarse a varias décadas atrás, pues -como se sabe- los sindicatos más representativos de estos países han aprobado códigos de auto-regulación o aceptado las normas estatales que regulan el ejercicio del derecho de huelga.

Los trabajadores de aquel mundo y sus sindicatos procuran armonizar la legítima defensa de sus intereses con los igualmente legítimos intereses de consumidores, usuarios o simples ciudadanos ajenos a las pujas obrero-patronales. Lo hacen por convicciones democráticas y también atendiendo a la necesidad de buscar la comprensión o el apoyo de la opinión pública.

Naturalmente, las restricciones que pesan sobre el derecho de huelga son, más severas cuando se trata de servicios esenciales, como es el caso indudable del transporte aéreo.

Pero quienes vivimos en este que es nuestro país, estamos condenados a sufrir los desplantes de quienes a sabiendas nos toman por rehenes al servicio de sus estrategias de lucha económica o de poder. A este respecto una ideología seudo progresista premia o tolera las huelgas imprevistas, que no respetan los servicios mínimos, que no son aprobadas democráticamente, que se eternizan, o que incluyen tomas de caminos, puentes o centros de trabajo.

Bastaría con revisar los documentos producidos por los sindicatos italianos de izquierda (paradigmas de la fuerza reivindicativa) para descalificar a esa ideología en realidad antidemocrática.

El vuelo Buenos Aires – Salta del pasado martes 27 de abril, junto a otros, sufrió las consecuencias de una huelga salvaje tolerada por las autoridades. Con el agravante de que el personal que se ubica en el hall central del Aeroparque con el encargo de informar a los pasajeros, hizo mutis por el foro en las horas donde se producían las demoras y cancelaciones.

Para colmo de males, las pantallas de la empresa Aeropuertos 2000 emitían informaciones contradictorias sobre la eventual partida de este vuelo.

En cualquier caso, los casi 200 pasajeros del vuelo a Salta hicieron gala de una santa paciencia y no emitieron la más leve muestra de desagrado. Resignados quizá. O esperanzados en que, una vez en el avión, el comandante nos daría explicaciones y, siguiendo reglas no escritas de buena educación, nos pediría disculpas por las molestias ocasionadas por él y sus colegas. Pero nuestra espera fue en vano. El comandante guardó el mismo silencio que guardan los pastores cuando conducen al ganado.

(Para FM Aries)

lunes, 3 de mayo de 2010

1° de Mayo, sin Libertad Sindical

Como viene sucediendo desde hace más de 120 años, este 1° de Mayo los trabajadores de casi todo el mundo han hecho un alto para recordar sus luchas, homenajear a sus mártires y reflexionar sobre su siempre inquietante futuro.

En la Argentina, el sindicalismo oficial que lidera el señor Moyano ha preferido conmemorar la fecha confraternizando con el poder político de turno, en una suerte de reconocimiento agradecido a la alianza que le une con la contemporánea versión gobernante del peronismo.

Una alianza que, por cierto, parece haber dejado de lado las discrepancias que, en los años 70, los enfrentara ferozmente a través de consignas (“se va a acabar la burocracia sindical”) y de balas (que asesinaron a dirigentes sindicales como José Ignacio RUCCI, entre otros). Estamos, a mi entender, ante una buena noticia aunque se trate de un gesto de paz dictado mas bien por el puro interés antes que por convicciones emparentadas con la verdad y los principios.

En realidad, salvo en momentos muy concretos de nuestra historia, el sindicalismo oficial (que más valdría llamar sindicalismo de Estado) hizo gala de sus estrechos vínculos con quienes gobernaban, fueran estos militares, peronistas ortodoxos, peronistas liberales o esta extraña cosa que se autodenomina peronismo progresista y transversal.

En el terreno de la organización obrera, nuestro país muestra una clara anomalía: la presencia de un sindicalismo oficialista que rehúsa la libertad sindical, que reniega de la autonomía, que desdeña la democracia interna, que practica una solidaridad corporativa y que se muestra incapaz de insertar su acción reivindicativa dentro de los cánones de la convivencia republicana.

La cerrada defensa del monopolio sindical, la subordinación de su estrategia a la alianza con los gobiernos, la presencia de liderazgos eternos o hereditarios, la fragmentación de las Obras Sociales sumada a la incapacidad para coordinar la negociación colectiva, y las huelgas salvajes, son muestras de aquella anomalía nacional.

Los sindicatos oficiales argentinos representan (unas veces por elección de los trabajadores, pero otras por imposición del Ministerio de Trabajo) solamente a quienes tienen un trabajo estable y registrado. Vale decir, se desentienden de la enorme franja que integran los desocupados, los trabajadores en negro, los asalariados fuera de convenio y las personas directamente excluidas de los circuitos que dignifican la vida humana.

Anclada en visiones ideológicas anacrónicas, la CGT oficial tolera o alienta las llamadas devaluaciones competitivas. Además, y pese a su larga experiencia conviviendo con la inflación, ha sido incapaz de construir una política reivindicativa que en el terreno de la política y en los convenios colectivos defienda eficazmente el poder de compra de los salarios.

En fin. Un apresurado balance de nuestro Primero de Mayo de 2010, revela, como casi siempre, zonas de luz (la pacificación y las paritarias) junto con áreas de sombras (la ausencia de libertad sindical y de democracia interna).

(Para FM Aries)