miércoles, 2 de septiembre de 2009

El Gobernador mira para otro lado

Mientras nuestro Gobernador naufraga en un mar de lealtades inadecuadas y de inconsecuencias que apabullan, Salta es un barco a la deriva donde cada cual intenta salvarse aun a costa de abandonar valores e ilusiones.

Quienes producen riquezas, no logran desplegar todo su potencial a causa de las políticas unitarias y anti-agrícolas que despliega la señora de Kirchner ante la pasiva mirada del señor Urtubey.

La creciente legión de pobres continúa sin más horizonte que la dádiva estatal. Los prisioneros de las drogas siguen sin contar con servicios adecuados.

Los empleados públicos jubilados o próximos a jubilarse sufren el expolio del ANSES. Un daño que el señor Gobernador convalida al no ejercer las acciones legales para garantizar derechos adquiridos.

Los empleados del Poder Judicial contemplan atónitos cómo se resuelven los problemas de jubilación de jueces, mientras ellos son marginados.

Las preocupaciones del señor Gobernador apuntan a dirimir el pulso que tiene planteado a su antecesor. Allí están puestas sus energías, aun a costa de dividir familias políticas y familias a secas.

Piensa que Salta tiene un tiempo infinito para aprovechar las oportunidades que hoy le brinda un mundo que se reconstruye a pasos agigantados. Un mundo que puede comprar nuestros alimentos, nuestra energía y nuestros minerales.

Ignora, quizá, que los grandes consumidores (China, India, por ejemplo) construyen nuevas alternativas de producción en África, en donde compran y alquilan tierras que producirán lo mismo que producen Salta y otras regiones argentinas.

En lugar de estériles debates en la Justicia Electoral, el señor Urtubey debería dedicar unos minutos a pensar cómo competir ante esta nueva estrategia de nuestros potenciales clientes.

(Para FM Aries)

lunes, 31 de agosto de 2009

¿Qué cosa es la chiribita?

Tienen seguramente razón quienes advierten, en algunas de mis columnas, un exceso de aseveraciones o de imperativos categóricos.

Para compensar, mi columna de hoy acumulará dudas sobre dudas, preguntas sobre preguntas, incertidumbres e ignorancias.

En realidad, lo que sigue tiene mucho que ver con la fragilidad de la memoria, y con aquella capacidad que tienen algunos de olvidar o de mezclar recuerdos de vigilia con recuerdos oníricos.

En los años sesenta, uno de mis maestros me reveló la existencia de la chiribita, hablándome de sus inagotables potencialidades amatorias. Según aquel deslumbrante afrancesado, la chiribita había sido localizada y explotada por nuestros antepasados aborígenes, mucho antes de que Jean Paul Sartre y Simone de Bouvoir nos atraparan con sus novedades eróticas.

Desde entonces me abruman las tinieblas. ¿Qué cosa es la dichosa chiribita? ¿Qué es al menos en el norte argentino?

Anoche pude reencontrarme con aquel viejo maestro, gran jurista hoy jubilado. Por supuesto aproveché el encuentro y, apartándole de las señoras que le rodeaban, le pregunté en voz baja qué era la chiribita cuya existencia él me había revelado en noches incesantes en el Victoria Plaza.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando el hoy discreto anciano negó aquella revelación y se declaró ignorante respecto del conjetural descubrimiento calchaquí.

Tampoco me ayudó Internet, por raro que parezca. Según diversos diccionarios, chiribita es una flor, un destello, una sensación de frío, un apellido, una empresa. Pero también, orilla, borde y arista. Acepción esta que bien pudiera confirmar aquel recuerdo que la relaciona con el amor en su versión menos espiritual.

Si usted, amigo oyente, tiene alguna pista, le ruego me escriba.

(Para FM Aries)