sábado, 4 de julio de 2009

La reforma económica en España

Las ideas centrales de los autodenominados progresistas argentinos sucumben en los estrechos márgenes del híper-nacionalismo y de la dogmática peronista de los años 40.

El respeto que estas ideas, como todas las ideas, me merecen no es argumento para inhibir la crítica constructiva.

Lejos de mi la intención de descalificar posiciones o de abrir en el reducido espacio de esta columna aquel imprescindible debate.

Pretendo solamente enfatizar en la necesidad de mirar por encima de nuestras fronteras, no para imitar, sino para completar nuestras herramientas analíticas y para enriquecer nuestras mentes.

Cuando, por razones de afinidad cultural, observo a los españoles, de izquierda y de derecha, debatir acerca de su futuro, y arriesgo una comparación con la vida política argentina, me invade un cierto desaliento.

En el último debate sobre el “estado de la nación”, el Presidente Zapatero sorprendió a la opinión pública con un preciso programa reformista para transformar una economía centrada en la industria de la construcción, en una economía moderna de alta productividad, condición inexcusable para derrotar el desempleo y consolidar el Estado del Bienestar.

Las ideas de las principales fuerzas políticas y sindicales españolas no apuntan a estatizar empresas ni a desarticular la libertad económica, sino a encontrar los caminos para construir una economía más competitiva, centrada en la productividad, en la responsabilidad y en la equidad.

Por supuesto que, por encima de estos consensos (anclados además en el texto de la Constitución Española), existen discrepancias notables, como la que separa a políticos y expertos acerca del costo del despido laboral. Pero aún en este caso, el debate es constructivo, fundado, y apasionante.

(Para FM Aries)

miércoles, 1 de julio de 2009

¿Estado o Mercado? ¿Estado y Mercado?

Mientras las naciones del mundo adoptan las medidas para superar la crisis, la Argentina aparece prisionera de querellas, tan enconadas como pequeñas, que nos impiden pensar en el futuro.

La campaña electoral, lejos de clarificar posiciones y abrir un gran debate nacional sobre nuestros desafíos y oportunidades, es el pobre escenario donde se dirime la distribución del poder, con la promesa incierta de que mas tarde vendrán a decirnos cómo hacer de la Argentina un espacio libre, próspero, integrado y seguro.

Las ideologías (en su acepción más negativa) son utilizadas para crear falsas percepciones de la realidad. La propaganda fabrica imágenes y prestigios sin sustento. Los fantasmas del pasado, ayudados por el Odio, nos dividen de manera irreconciliable.

Así como nuestra trágica historia desprestigió el concepto de “revolución” (usado para encubrir crímenes), el presente banalizó el concepto de “reforma”, oscureciéndolo y privándole de contenido.

Mientras unos convocan a defender un modelo que se presenta como un conjunto de ideas y medidas que anidan en la cabeza de un Jefe, otros proponen un cambio abstracto e indefinido.

Quienes piensan que, al fin y al cabo, es esto lo que sucede en el mundo, se equivocan y pecan de aldeanismo.

En realidad, la mayoría de las naciones y de sus fuerzas políticas y sociales, han alcanzado ya conclusiones operativas acerca de cómo superar la crisis, evitar su reiteración y reconquistar la senda de progreso.

En este sentido, los discursos y las políticas del Presidente OBAMA muestran un modo inteligente de avanzar en el debate acerca de los roles del Estado y del mercado.

Un debate crucial también para los argentinos y que hoy aparece prisionero de consignas subalternas.

(Para FM Aries)

martes, 30 de junio de 2009

El seudo progresismo salteño

Extraño destino este de los sedicentes progresistas salteños. Un destino que les lleva a confiar la elaboración de un Plan Estratégico, a la Universidad que gira en la órbita de la archi-conservadora orden creada por Monseñor Escrivá de Balaguer, don José María.

Según pasan los días, nuestro primer mandatario recae en lo más criticable del régimen anterior: Vocación hegemónica; Desprecio por las reglas del pluralismo; Creencia que la historia comienza con él; Preferencia por los gestos mayestáticos.

Si dejamos de lado el poncho de vicuña que luce don Juan Manuel (que difiere del típico rojo y negro que prefería don Juan Carlos), y la ineficacia del actual equipo gobernante, es mucho lo que identifica y poco lo que distingue a ambas gestiones.

La presentación de un futuro Plan Estratégico para Salta prueban el adanismo y el estilo imperial en que incurre el señor Gobernador.

Tal presentación choca, en primer lugar, por su desmesura en tanto lo presentado no fue el Plan, sino un mero Convenio (cuyos términos se desconocen) poniendo en marcha los trabajos técnicos.

La euforia electoralista lleva al señor Urtubey a afirmar que se trata de una iniciativa inédita a nivel nacional. Pura ignorancia, pues son muchas las provincias que desde hace años elaboran este tipo de documentos orientadores.

Idéntica afición a la propaganda le hace decir que este “es el mejor acto desde que soy Gobernador”, una frase que encierra una profunda autocrítica o bien desnuda una gestión paupérrima.

Los aires mayestáticos traicionan al señor Urtubey cuando dice, al presentar la iniciativa, “Antes que una obra faraónica, les quiero dejar a los salteños un Plan de Desarrollo estratégico”.

En realidad, sin despreciar los aportes técnicos, un Plan Estratégico vale por la participación de los actores locales y por su capacidad de generar consenso político y social. Ambos factores, ausentes en las tareas que acaba de anunciar el Gobernador.

(Para FM Aries)

lunes, 29 de junio de 2009

Honras fúnebres en Salta

Don Martín Miguel de Guemes es una de las pocas figuras que suscita un amplio consenso entre los salteños.

Existen, no obstante, descendientes de antiguas familias que en la intimidad comparten las críticas que sus antepasados realizaron a nuestro primer General. Sobre todo, a las contribuciones forzosas que impuso a los pudientes para costear la guerra, y también a las inmunidades que concedió a los gauchos.

Por debajo de don Martín Miguel de Guemes, todas son querellas y descalificaciones. La voluntad de destruir ideas diferentes a las propias y de atropellar a sus portadores, es más fuerte que la voluntad de construir una sociedad en paz, unión y libertad.

En este sentido, los salteños no somos sino una manifestación local del espíritu autodestructivo y malsano que enfrenta, hasta mas allá de la muerte, a unos argentinos con otros.

Es el odio el factor que impone sus reglas en el horizonte cotidiano, en la re-construcción del pasado e, inevitablemente, en la prefiguración de nuestro futuro.

Corresponde a la clase dirigente, comenzando por quienes nos gobiernan, la mayor responsabilidad en la difusión del odio como supremo criterio de la actuación política.

Sufrimos la infección del odio que paraliza, divide, nubla la razón y convoca a querellas tan estériles como eternas.

Entre nosotros el odio, y la venganza su hija predilecta, aparecen disfrazados con las banderas de la justicia o los ideales de verdad.

Es el odio, y no los reglamentos ni el afán justiciero, el que explica tanto la desaparición de personas como la prohibición de honras fúnebres a un militar retirado.

A su vez, es la anestesia que aplican los agentes del odio, antes que el miedo, la que fomenta -antes y ahora- el silencio frente a los estragos de tanto odio salvaje y perpetuo.


(Para FM Aries)