domingo, 5 de marzo de 2023

 LISTA "JUSTICIA NUEVA" - Consejo de la Magistratura de Salta. 10 de marzo de 2023

PROPUESTAS PARA UNA JUSTICIA NUEVA

José Armando Caro Figueroa

Candidato a Vocal del Consejo de la Magistratura de Salta

El próximo 10 de marzo las abogadas y los abogados salteños elegiremos a nuestros representantes en el Consejo de la Magistratura de Salta.

Como bien sabemos quienes litigamos en cada uno de los distritos judiciales de nuestra provincia, la vigencia del Estado Constitucional requiere contar con jueces seleccionados con criterios objetivos y alejados de amiguismos o “componendas” dentro de la “familia judicial”.

Necesitamos jueces que ejerzan su función dejando de lado compromisos partidistas, y que ciñan su actuación a lo que mandan la Constitución y los Tratados Internacionales.

En este contexto, la LISTA JUSTICIA NUEVA propone:

a)     Procesos de selección orientados a confirmar el compromiso de los candidatos a jueces con la democracia constitucional y los Derechos Humanos;

b)     Crear un Consejo Asesor Académico, con autonomía;

c)      Suprimir discriminaciones que perjudican a abogadas/os de la matricula que quieren ingresar en la magistratura;

d)     Hacer escuchar las voces plurales e independientes de la abogacía local,

e)     Crear la Escuela de la Abogacía que impartirá cursos con altos estándares de calidad y compromiso republicano.

f)       Reformular la entrevista personal para identificar capacidades para gestionar conflictos, nuevas tecnologías y equipos; vocación participativa; perspectiva de género; aptitud para razonar y argumentar.

g)     Que la actividad del Consejo esté regida por las leyes de Ética Pública, de acceso a la información pública y por el Código de Ética Judicial aplicado por un Tribunal independiente y cualificado como ocurre en Córdoba.

Estos cambios -además de la personalidad y trayectoria de los nuevos vocales de nuestra LISTA-, conducirán a investir jueces y juezas con todas las capacidades y conocimientos que requiere el ejercicio de sus competencias en el complejo mundo actual. Y contribuirán a eliminar la mora judicial y las arbitrariedades.

TITULARES: CARO FIGUEROA, Armando. BRIONES, María Magdalena. SARAVIA, Federico Antonio

SUPLENTES: CERDEYRO, María Soledad. PEYRET, Marcelo Adrián. VERCHAN, Sonia Alejandra

APODERADOS: Trinidad ARIAS VILLEGAS. César RODRÍGUEZ GALÍNDEZ. Graciela ABUTT CAROL.

Si necesitas información sobre nuestras propuestas, me avisas (caro_armando@hotmail.com) y te las envío.



sábado, 1 de febrero de 2020

La Reforma Laboral de 1994/97

Estimados visitantes: Ha recopilado mis exposiciones textuales ante la Cámara de Diputados y en muchos otros foros. Pronto las añadiré a este Blog, bajo el titulo:
Materiales para el estudio de la reforma laboral y social argentina (1994-1997)-

Volumen I



Documentos y Exposiciones del Ministro de Trabajo y Seguridad Social

José Armando Caro Figueroa



Lesser (Salta), enero de 2020.

sábado, 23 de marzo de 2019

UN TRIUNFO DEL IDEARIO REPUBLICANO FRENTE A UN APARATO PODEROSO

1.- Sentido y magnitud del desafío
La elección de los representantes de los abogados en el Consejo de la Magistratura de Salta fue, para mi y los colegas de la Lista “Justicia Independiente” (formación cívica, intergeneracional y programática), una aventura fascinante.
El desafío era enorme: Enfrentar a la poderosa y bien aceitada maquinaria que desde hace casi una década controla todos los resortes institucionales del foro salteño. Se trataba, además, de poner fin a su hegemonía e inaugurar una nueva época que abra espacios a renovadas expresiones cívicas y gremiales.
El grupo que decidió encarar el desafío tenía un diagnóstico que, a la postre, se mostró atinado:
La representación de los abogados en el Consejo de la Magistratura funcionaba como el furgón de cola de Los Que Mandan en la provincia y en la Corte de Justicia.
Aquella hegemonía al servicio de la política facciosa causaba desaliento, desencanto y hartazgo en crecientes sectores de la abogacía. Las practicas clientelares y los vicios del caudillismo elemental eran responsables de aquel sometimiento de la abogacía al “orden establecido”.
El estamento de los abogados, otrora ámbito de debates, de apego a la Constitución, de defensa de la profesión y de resistencia a dictaduras y hegemonías, se encontraba paralizado, carente de ideas, sometido a la rutina del “si Guillermo” y otras inconsecuencias por el estilo.
Un grupo reducido circulaba en la cúpula y repetía el clientelismo y el amiguismo que convalidaban sin rechistar en el ámbito del Poder Judicial de la Provincia.

2.- La construcción de una alternativa
El aparato oficialista, ante nuestra presencia electoral, cerró viejas heridas internas, se presentó unido, y usó todos los resortes institucionales que controla para repetir mayorías absolutas y excluyentes.
Se mostró dispuesto también a recabar el apoyo del gobernador, de su corte, y de la prensa que controla. Estaban acostumbrados a arrasar cualquier atisbo de resistencia y ofrendar esas unanimidades a Los Que Mandan.
Pero, como quedó demostrado ayer, no contaban con aquel hartazgo de centenares de colegas. Con el cansancio de muchos otros ante el pésimo funcionamiento del servicio de justicia, donde el abogado sin padrinos es víctima de moras, arbitrariedades y discriminaciones. Con la bronca silenciosa de los que sufrieron postergaciones o destratos en el accionar del Consejo de la Magistratura.
Mientras que en los pasillos algunas voces alertaban contra el circulo cerrado que controlaba la representación de los abogados, el grupo hegemónico permanecía instalado en la ilusión de la mayoría absoluta y eterna.
Este grupo articuló su estrategia sobre ejes tan endebles como falsos: Si “ellos” eran el no va más del feminismo, y de la anti política, la Lista Justicia Independiente era una reedición del machismo vallisto y la portadora de la politización del foro.
El primer argumento chocaba con los hechos: Su lista era encabezada por un hombre, y nuestra lista llevaba al frente a una mujer.
La apelación al apoliticismo, además de intelectual y democráticamente insostenible, era falsa. Ignoraba su propia trayectoria; pasaba por alto la composición de su lista; ocultaba sus vínculos con Las Costas y con el rincón oscuro del segundo piso de la Ciudad Judicial. Se contradecía con su convalidación de decenas y decenas de concursos teñidos de nepotismo y de reconocimiento a lealtades personales y políticas.
Para nosotros, la función del Consejo de la Magistratura forma parte de la Política institucional en su más alta expresión, en tanto y en cuanto tiene a su cargo participar en la conformación de unos de los poderes del Estado.
Sostenemos que la función del Colegio de Abogados, además de lo puramente gremial, ha de vincularse con la defensa de las instituciones de la república y comprometerse activamente con el buen funcionamiento de la democracia constitucional.
Pretendemos, nada más y nada menos, reencontrarnos con las mejores tradiciones colegiales; un propósito que simbolizó la llamada que el doctor Ricardo REIMUNDIN (juez probo e ilustrado y expresidente del Colegio de Abogados) hizo a Graciela ABUTT CAROL, nada mas conocerse los resultados.
Pregonar el apoliticismo y tachar candidaturas por sus presuntos o reales vínculos con la Política, es tanto como pregonar proscripciones o exclusiones que repugnan a la democracia. Tanto como decir; “Si, yo hago política pero con los buenos (con Los Que Mandan), no como ustedes que están con los malos que se oponen”.

3.- Una alternativa programática
Es bueno recordar aquí que al constituir la Lista Justicia Independiente (el 28 de febrero pasado) publicamos el documento titulado “A los Abogados de Salta”, que recogía coincidencias y postulados.
Más adelante formulamos propuestas para mejorar el funcionamiento del Consejo de la Magistratura y, por ende, del servicio de justicia.
El documento se tituló “Por una Justicia Justa, Independiente y Eficaz” y propuso exigir el compromiso de los jueces con la democracia constitucional y los derechos humanos, abrir a la participación de universidades la definición de los enunciados temáticos de los concursos y de la tabla de puntajes.
Nosotros queremos acabar con la discrecionalidad con la que el gobernador selecciona al magistrado de entre la terna aprobada por el Consejo de la Magistratura. Queremos acabar con este y con otros espacios abiertos a arbitrariedades o ambigüedades en el proceso de selección.
Demandamos: Puntajes objetivos. Igualdad de oportunidades para los abogados “de la calle”. Perspectiva de género en el Consejo y en la Justicia. Transparencia (publicidad de expedientes, actas y antecedentes profesionales de jueces y magistrados). Ética (Código Iberoamericano de Ética Judicial, con un tribunal independiente; excusación de vocales cuando concurran causales legales o morales). Responsabilidad de los vocales (votos individuales y fundados). Mayor peso de los representantes de los abogados (mayoría cualificada para aprobar ternas, aprobación mayoritaria de la Memoria Anual). Mejora sustantiva en la formación de candidatos y de magistrados (incorporando asuntos tales como la constitucionalización de los derechos sustantivos y procesales, y la teoría y práctica del control de convencionalidad). Y, el fin de nepotismos y politización.  
Proponíamos, por tanto, reemplazar el clásico “intercambio de figuritas repetidas” y las componendas sectoriales, por un debate de propuestas que atiendan al interés general, a las demandas cívicas, al compromiso profesional de los abogados con la democracia constitucional.

4.- Leer bien lo que surgió de las urnas
El resultado de las elecciones del viernes 22 merece algunas observaciones preliminares.
En primer lugar, hay que lamentar la baja participación de abogados. Que sólo concurriera a votar el 30% de los empadronados expresa, además del escepticismo de muchos colegas y la negligencia de otros, las fallas del calendario electoral.
Un calendario que fue retrasándose hasta constreñir el plazo de campaña a dos días hábiles (contados desde la oficialización de las listas).
Cuando la Lista Justicia Independiente pidió una ampliación de 24 horas, el omnipotente señor Catalano rechazó “in limine” nuestra pretensión.
Igual suerte corrió nuestro pedido dirigido al Colegio y a la Caja de Abogados para que -a través de la prensa- recordaran a los abogados su deber de concurrir a votar.
La segunda observación apunta a la introducción del voto electrónico. Que se hizo desoyendo las fundadas observaciones acerca de su vulnerabilidad, y sin las garantías estipuladas por las leyes salteñas.
Si nuestra lista toleró esta situación, lo hizo en aras de no retardar la elección de representantes de la abogacía en el Consejo de la Magistratura, y convencida de la falta de objetividad de las instancias de control.
Por lo que se refiere a los resultados finales, pienso que hay varias lecturas y varias formas de evaluarlos.
Para nosotros, fueron altamente satisfactorios.
ü  Porque nos permitieron romper la hegemonía de Los Que Mandan e introducir aire fresco, constitucional y republicano en el Consejo de la Magistratura.
ü  Porque son argumento suficiente para abordar nuevas iniciativas de renovación de la abogacía y de la justicia.
ü  Porque convalidaron nuestros objetivos modestos pero audaces en razón del peso del aparato oficialista y sus métodos.
Pero, además de los fríos números, está bueno leer también los rostros y actitudes de los protagonistas en la hora de la verdad.
Mientras que el equipo de la Lista Justicia Independiente festejó ruidosamente el resultado, el oficialismo se sumió en la tristeza y el desconcierto. Sus rostros, por demás expresivos, mostraban desazón y preocupación por los cambios futuros que el resultado de esta jornada cívica hacen previsibles.
Salta, 23 de marzo de 2019.

sábado, 19 de mayo de 2018

¿UNA O DOS MOCHILAS?

José Armando Caro Figueroa
Abogado laboralista
acf@estudiocarofigueroa.com
En la rueda de prensa de ayer vi al presidente Macri sereno, didáctico, con ideas centrales claras, y abierto al diálogo. Vale decir, exhibió las cualidades que deben adornar a un jefe de Estado cuando le toca hacer frente a desafíos enormes como los que tenemos hoy los argentinos.
Una y otra vez el presidente caracterizó al déficit público como el centro de nuestros problemas. En realidad, a mi modo de ver, es cierto que alrededor de este déficit giran problemas como la pobreza, la falta de competitividad internacional de nuestra producción, las penurias de las economías regionales, el exagerado costo laboral unitario, la fortaleza o debilidad de nuestra moneda, las altas tasas de interés internas, el endeudamiento y, por supuesto, la agobiante inflación.
Sin embargo, la prioridad que, acertadamente, Macri asigna a la lucha contra el déficit y la inflación no puede ocultar la otra cara del problema: Me refiero a los obstáculos que ralentizan nuestro desarrollo económico y humano y dificultan el crecimiento de nuestra producción.
Si bien es verdad que la Argentina viene registrando siete trimestres de crecimiento del producto bruto interno (PBI), es igualmente cierto que la magnitud de este crecimiento es harto insuficiente para resolver los problemas del empleo, para abatir la pobreza, y para situar a nuestra economía a la altura de los desafíos que provienen de la economía mundial que se reacomoda y reconvierte generando, como no, ganadores y perdedores nacionales y sectoriales.
La acechanza de tres errores
Volveríamos a equivocarnos si el gobierno, los principales actores sociales, económicos y políticos, y la propia ciudadanía nos concentráramos en un debate sobre-ideologizado (por ejemplo, alrededor del carácter benéfico o satánico del FMI).
Otro tanto ocurriría si las corporaciones -que pueblan todos los escenarios de nuestra vida cotidiana- tomaran la iniciativa y se enzarzaran en conflictos distributivos en donde cada uno defiende sus espacios conquistados e incluso sus privilegios y rechaza cualquier acuerdo nacional orientado a reordenar y reorientar las reglas que encauzan la producción, la tributación, la distribución de las rentas (incluidas las ayudas sociales).
Un tercer error, que ronda los actuales debates, es aquel que pretende reducir la crisis (o las dificultades coyunturales) a simples problemas monetarios, cambiarios y especulativos que terminarán siendo resueltos por un Banco Central independiente, poderoso y desentendido de la suerte final de la producción, del empleo, y de la asistencia social.
La otra mochila y las reformas estructurales
Soy de los que piensan que la Argentina arrastra una segunda y pesada mochila que, en los años que corren, es una incómoda compañera de ruta de la mochila del déficit, la inflación y un sinnúmero de desequilibrios concomitantes. Esta segunda mochila está cargada de carencias en materia de infraestructuras, de rutinas anquilosadas y de regulaciones que -como intenté explicar en una columna anterior- distorsionan la economía social de mercado hasta transformarla en un Capitalismo de Estado, Prebendario y de Amiguetes.
Más allá de los encomiables esfuerzos que realizan algunos ministerios relacionados con la producción, y de los recientes logros parlamentarios que permitieron la aprobación de una Ley de Financiamiento Productivo y de una nueva Ley de Defensa de la Competencia, el gobierno Macri no se ha mostrado organizado ni eficaz a la hora de abordar este segundo ámbito de problemas.
La Argentina precisa, urgentemente, definir un Programa de Reformas Estructurales orientadas a integrarnos al mundo, a fomentar la competencia y la productividad, a mejorar permanentemente la formación de nuestros empresarios, trabajadores y administradores públicos, a facilitar la incorporación de nuevas tecnologías.
En realidad, este Programa debería sentar las bases para lo que podríamos llamar un nuevo modelo económico y social que mande al baúl de los malos recuerdos a aquel Capitalismo de Estado, Prebendario y de Amiguetes.
Si en los años de 1990, por imperio de la coyuntura, la meta fue la desregulación, hoy deberíamos pensar seriamente en re-regular actividades, mercados y desempeños. Entre otra áreas, la logística (transporte, carreteras, puertos, correos), la energía, las comunicaciones (telefonía, datos), la salud, el comercio (interior, pero sobre todo exterior), la banca, los servicios (su calidad y precios), la negociación colectiva y la libertad sindical (extrañamente ignorados en la “reforma laboral” que propone hoy el gobierno) deberían ser objeto de nuevas regulaciones que eliminen improntas corporativas y privilegios que nos condenan a malvivir en la reiteración de ciclos económicos que nos enfrentan y empobrecen.
Federalizar la mayor cantidad de reglas posible, definir un programa de infraestructuras para el Norte y aprobar el plan de erradicación de asentamientos, son prioridades, reconocidas por el gobierno pero que no se ha traducido en hechos concretos.
Aunque, como bien apuntó el presidente Macri en su comparecencia de ayer, no corresponde al FMI marcar rumbos para nuestro país, es harto probable que este organismo internacional, antes de otorgar préstamos a tasa favorable, pregunte qué piensan hacer los argentinos y su gobierno para multiplicar el volumen de su producción, para volver a crecer a “tasas chinas”.
Mi muy acotada experiencia en estos asuntos me indica que no sería prudente esperar que el prestamista nos formule estas preguntas y termine sorprendiéndose de nuestros balbuceos y nuestras indefiniciones. Sería más prudente que el gobierno defina su propio Programa de Reformas Estructurales, nos lo explique a los ciudadanos mientras procura consensuarlo con la oposición responsable y con los actores sociales y, después lo presente al mundo.
Salta, 16 de mayo de 2018.    



   



  

  

NUESTRO DESQUICIADO SISTEMA DE PRECIOS

José Armando Caro Figueroa
Abogado laboralista


La Argentina carece, a estas alturas, de un diagnóstico global que ayude a entender nuestras penurias económicas y sociales, y a visualizar nuestro futuro. Carece, además y sobre todo, de un programa coherente y sólido orientado a reordenar nuestro desquiciado sistema de precios.
La persistencia de la alta inflación, la reciente crisis cambiaria, la impericia de sectores del gobierno y la liviandad política de la oposición, han hecho patente aquella ausencia de un diagnóstico que muestre cuál es la situación (y la probable evolución) de todas y cada una de las variables relevantes. Me refiero a los indicadores locales e internacionales que influyen -insoslayablemente- en nuestras vidas de ciudadanos, de productores y de consumidores.
Carecen de un diagnóstico de tal envergadura el Gobierno Macri -como lo patentiza la estructura del gabinete ministerial- y sus aliados, tanto como la oposición peronista en sus inescrutables variantes. A su vez, el debate público resulta oscurecido por los gritos y susurros de los intereses sectoriales; por un ruido ensordecedor que muchas veces dificulta distinguir las demandas legítimas de las pretensiones oscuras.
La búsqueda del imprescindible diagnostico global debiera, en mi opinión, bucear en nuestro desquiciado sistema de precios, en cada uno de sus componentes, y en las reglas formales e informales que lo configuran y le dan vida.
Corporativismo y especulación
Una somera observación permite comprobar que la inmensa mayoría de nuestros precios reconoce tres fuentes: Las presiones corporativas, los desenfrenos especulativos (que se resisten a cualquier marco de racionalidad, de coordinación y de solidaridad), y las decisiones del Estado que actúa colonizado por intereses o por los arbitristas de turno, reforzados, de cuando en cuando, por la intervención de jueces activistas.
Sucede que, por lo general, los precios argentinos (de la moneda, de los factores de la producción, de los bienes y de los servicios) no resisten comparaciones con lo que sucede en otros países. Tampoco responden a criterios razonables asentados sobre la productividad, la rentabilidad o las necesidades de reparación social o territorial.
Lo cierto es que nuestro caótico sistema de precio provoca ganadores y perdedores; ganadores que suelen consolidar sus ventajas merced a la febril actividad de las grandes corporaciones y de discretos influyentes. Este desorden estructural es, en buena medida, responsable de nuestro subdesarrollo, de nuestro escepticismo y de nuestros conflictos viscerales. Cuando a este esbozo le añadimos la ausencia de incentivos al esfuerzo y al talento y, por ejemplo, la propensión salteña al amiguismo y al nepotismo, tenemos un cuadro francamente desolador.
Hoy por hoy, y tras décadas de manipulación de precios, no se visualiza en el horizonte un eventual surgimiento de consensos acerca de qué está sucediendo y qué hay que hacer para poner fin a una tendencia que profundiza nuestro aislamiento y las grietas abiertas por las injusticias y los comportamientos oportunistas propios de la versión gauchesca del capitalismo de amigos.
En este escenario, cualquier sugerencia orientada a recomponer el sistema de precios es vista o presentada como el preanuncio de ajustes neoliberales que, por definición, se auguran invariablemente salvajes y dañinos para todos.
Tengo la convicción de que los precios de nuestra moneda, del capital prestable, de los servicios de logística, de los que se derivan de nuestra estructura de comercialización y de la cartelización de ciertos servicios, y de los impuestos (o sea, del coste de un Estado ineficiente y depredador de la producción y del trabajo), por no citar sino los más acuciantes, están en la raíz de nuestras penurias e incertidumbres.
Otro tanto ocurre con los precios que vienen impuestos por nuestra estructura de comercialización y por la cartelización de ciertas comisiones en el sector de los servicios. Sin olvidar los efectos negativos de la envejecida y decrepita negociación colectiva laboral que, desde hace varias décadas, sólo intenta resguardar a los trabajadores en blanco de los efectos de la inflación. Y que solo se mantiene viva en virtud del pacto no escrito suscripto entre la gran patronal industrial y los sindicatos oficiales oficialistas.
¿Administrar el modelo kirchnerista?
En este espinoso terreno, el gobierno del presidente Macri, tras resolver los problemas de algunos productores agrícolas y de algunos acreedores del Estado, se ha centrado en diseñar planes bien intencionados (el Plan Belgrano o el plan para dignificar los asentamientos son buenos ejemplos) que tropiezan con trabas financieras o dificultades de gestión.
Pero, en realidad, el mayor énfasis de la actual gestión está puesto en “administrar” el modelo kirchnerista. A esta opción de gobierno –que se le ha dado en llamar gradualismo-, hay que atribuir la ratificación y mantenimiento del insoportable y sesgado cuadro de ganadores y perdedores, dentro del cual sobresalen millones de habitantes del Norte argentino.
Parece evidente, a estas alturas, que ni la más prolija administración está en condiciones de salvar el modelo kirchnerista. Al menos si se pretende relanzar la producción y el empleo, y reducir drásticamente la pobreza.
Parece, además, que ha legado el tiempo de que el gobierno de la Nación tome el toro por los cuernos y proponga a la ciudanía y a la oposición constitucional un conjunto de objetivos compatibles y un programa integral de reformas. No se trata de dibujar en la pizarra una serie de enunciados. Tampoco de imponer al país las recetas de iluminados que ven entre cuarto conformables paredes.
El modelo de capitalismo de amigos, cerrado al mundo y con compensaciones reales (algunas) y aparentes (otras) que la inflación, el desempleo y el trabajo en negro licuan, ha llegado a su fin.
Vaqueros, 9 de mayo de 2018.